Desde los medios de comunicación y los diferentes discursos gubernamentales se trato de consolidar una imagen estigmatizada de un sector de la población, especialmente aquellos que habitan un espacio determinado de Capital Federal, “las villas”. Hace tiempo son el punto de todos los ataques, especialmente sus jóvenes golpeados por una cruda realidad socioeconómica y cultural que no les brinda un futuro, y esa demonización los hace inmune antes los atropellos del estado, reduciendo sus derechos a cero.
Desafiando ese discurso hegemónico, ese bombardeo mediático constante, pateamos la 31 bis, encontrándonos con muestras de dignidad. Vecinos que por medio de asambleas, organizan ollas populares que alimentan a cientos de pibes. Hombres y mujeres llenos de sueños, que contrastando esa salida individualista, apuestan a la organización y a la lucha. Y es en esa solidaridad de los humildes que se refleja la identidad villera, que ante el señalamiento inquisidor de los medios y de los sectores reaccionarios, la levantan con orgullo, presentándose como villeros o piqueteros, nosotros preferimos llamarlos “compañeros”. Lejos de ir con una tarea predicadora, moralista, tratamos humildemente de alcanzar la herramienta que poseemos que es la educación, cada vez más parecida a un privilegio que a un derecho, en este sistema que la mercantiliza y la limita a sectores restringidos.
Es por la responsabilidad que trae este privilegio, que increpamos al estudiantado a decidirse por una de las alternativas: o se pone al servicio de las transnacionales y patronales que reproducen la miseria y saquean nuestra patria, dándole la espalda a su pueblo; o lucha por la masificación de la educación y la cultura llevándola a los sectores más olvidados y acompañando estos procesos de organización y resistencia contra este sistema de explotación y hambre que llevan día a día sectores organizados de las barriadas. Es con este espíritu que nace la idea de conformar un Colectivo de Educación que lleve a los barrios propuestas culturales y educacionales, pero abiertos a un proceso de intercambio. Es la convicción de que formamos parte de un mismo pueblo con las mimas necesidades de liberarnos, lo que nos impulsa a esto.
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