domingo, 22 de mayo de 2011

A 10 AÑOS DE LA REBELIÓN POPULAR DE 2001 - EL ROL DE LOS INTELECTUALES Y SU RELACIÓN CON LA POLÍTICA

Orgánicos a la construcción de Poder Popular constituyente y permanente

 "Queridos filósofos,
queridos sociólogos progresistas,
queridos psicólogos sociales:
no jodan tanto con la enajenación
aquí donde lo más jodido
es la nación ajena."
Roque Dalton (poeta y revolucionario)


Este pequeño poema del gran poeta y revolucionario que fue Roque Dalton puede tener varias interpretaciones. Una de ellas, con cierta malicia, puede leer en estas palabras de Dalton un cierto prejuicio antiintelectualista, nada más alejado de la vida y obra del poeta salvadoreño, sin embargo, estas palabras pueden tener otras interpretaciones disparadoras para la reflexión de lo que aquí queremos exponer.
Primero y principal, retomando a Gramsci, vamos a partir de la siguiente premisa: en un sentido amplio, todos los hombres que hacen y piensan son intelectuales, pero en un sentido restringido solo algunos cumplen la función social de intelectual dando a la clase de la cual provienen o a la cual responden conciencia y homogeneidad ideológica. En criollo, todos pueden cocinar pero no todos son cocineros. Lo que queremos decir es que todos, desde el que se organiza en los barrios construyendo comedores populares, armando emprendimiento productivos, en definitiva, realizando trabajo territorial hasta el académico que investiga y genera conocimiento científico como así también el estudiante que se organiza para defender la educación pública, todos ellos son intelectuales desde el momento que realizan tareas política, organizativas y educativas.
Ahora bien, está claro que las clases dominantes también poseen sus intelectuales orgánicos, verdaderos funcionarios de la ideología que intentan perpetuar o construir hegemonía sobre la base de la opresión a las mayorías populares. Ahí tenemos, como dicen en su jerga, los numeroso “Think Tanks” ocultos bajo la fachada de ONGs que agrupan a numerosos intelectuales orgánicos al neoliberalismo de diversas disciplinas y ámbitos, unos soldados de esa especie de internacional neoliberal que es la Mont Pelerin Society, soldados que todavía continúan haciendo su labor financiados por gobiernos y fortunas privadas.
Hoy, a una década de la rebelión popular de diciembre del 2001 que vino a dar por tierra con la hegemonía del consenso de Washington y de los “Think Tanks” del fin de la historia y las ideologías, cabe preguntarse si el actual fenómeno kirchnerista ha logrado reconstruir hegemonía o si este fenómeno se mantiene por la falta de proyectos contrahegemónicos con posibilidades de disputar poder. Pero antes de entrar en este debate que ya nos desviaría del tema en cuestión, lo que sí estamos en condiciones de afirmar es que el kirchnerismo, más allá de esta discusión, ha logrado recomponer los lazos de dominación erosionados el 19 y 20 de diciembre del 2001. Pero a su vez también es cierto que el proceso abierto en diciembre del 2001 no se cerró y eso lo demuestra el hecho de que ya no pueden seguir gobernando como lo venían haciendo antes de esa fecha. Incluso el tiempo nuestroamericano de hoy es otro, así lo demuestran Venezuela, Bolivia y Ecuador, todos gobiernos populares que gobiernan con un pueblo movilizado y que han roto con la hegemonía de las políticas del consenso de Washington de los 90. Estos gobiernos han retomado la posta del faro de lo que fue y es históricamente Cuba para la liberación de nuestraamérica, mostrando procesos con verdaderas potencialidades contrahegemónicas y mostrando también que todo proceso liberador se nutre de intelectuales orgánicos que cumplen el rol fundamental de construir el cemento ideológico de la nueva sociedad.
Pero todo proceso político revolucionario, popular y contrahegemónico no se construye desde la nada, sino sobre la base de una acumulación política popular previa. Es en este sentido que la rebelión del 2001 actúo en nuestro país como un punto de inflexión en la acumulación política de nuestro pueblo forjada en la resistencia al neoliberalismo en los 90 y desde antes también, trayendo a la escena política a una multiplicidad de actores políticos y logrando abrir un proceso que, además de no cerrarse, actúa como un condicionante para cualquiera que quiera gobernar nuestro país.
Volviendo a la premisa de la cual partimos, en un sentido amplio, hoy el trabajador que se organiza contra la burocracia sindical por un sindicalismo democrático y combativo, el desocupado que se organiza en los barrios, el estudiante que lucha por la educación pública para el pueblo y todo aquel que lucha por la liberación de nuestra patria está realizando un trabajo intelectual. Y en un sentido restringido, aquellos que cumplen la función social de intelectual, pero que son orgánicos a un proyecto contrahegemónico deben cumplir el rol político clave de actuar sobre los núcleos de buen sentido de nuestro pueblo. Poner los pies en el barro, evitando caer en la trampa de la burocracia académica y su lógica que conduce a un mero carrerismo académico alejado de las luchas de nuestro pueblo, donde queda en el olvido que las ciencias y disciplinas son ciencias y disciplinas aplicadas y que deben serlo en función del pensamiento crítico necesario para forjar el cemento ideológico y la conciencia necesaria para construir poder popular y luchar contra tanto saqueo y nación ajena. Por esto mismo, el rol de todo intelectual con vocación antiimperialista y con compromiso con los tiempos que corren es ser orgánico a la construcción de poder popular constituyente y permanente, dando la cohesión política necesaria, desde su saber, a una herramienta política de masas que haga realidad un proyecto de liberación para nuestra patria y nuestraamérica.
En definitiva, resulta estratégico el papel de los intelectuales en políticas liberadoras para que ese pueblo que lucha, visto en su conjunto como un intelectual orgánico, alcance niveles de conciencia que marquen un piso desde el cual partir hacía la construcción del socialismo.


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