La sociología denomina “sentido común” al conjunto de prenociones y preconceptos que conforman una suerte de cosmovisión con los cuales todos nos manejamos en nuestra cotidianeidad para darnos explicaciones sobre acontecimientos, hechos y fenómenos sociales, así lo decía Durkheim uno de los denominados padres fundadores de la sociología.
También decía Gramsci que detrás de estel sentido común siempre hay ideología, el sentido común siempre es terreno de disputa donde termina reproduciéndose, bajo formas complejas y canales diferentes, valores e ideas que responden generalmente a los valores e ideas de aquellos que detentan hegemonía, es decir, de aquel sector social que tiene la capacidad de dirigir a una sociedad no solo políticamente sino también culturalmente, que ejerce una dirección no solo objetiva sino también subjetiva. Y esa construcción y reproducción de un sentido común con las ideas y valores de quienes dominan se reproducen en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, como ya lo demostró el revolucionario italiano.
¿Qué pasa entonces cuando frente a un resultado electoral adverso, contrario a nuestra ideología y proyecto político, descalificamos con términos insultantes y peyorativos a la porción de la sociedad que eligió una opción contraria a los intereses de la mayoría e incluso de aquellos mismos que votaron esta opción?¿No se está reproduciendo la misma lógica, el mismo sentido común de los que hoy hipócritamente se ofenden con las palabras de un músico como Fito Páez, esos mismo que hoy le salen al cruce a las declaraciones de Páez y hablan de intolerancia (y quieren denunciarlo al INADI) pero todos sabemos muy bien que responden a un sector político e ideológico intolerante (como es el PRO, por ejemplo) que a lo largo de la historia ha dado sobradas muestras de desprecio y discriminación a las manifestaciones políticas populares con algo más que prenociones de sentido común insultantes?
Lo que queda claro es que reducir el análisis del triunfo macrista a un supuesto fascismo del casi 50% del electorado porteño, además de un error político es reproducir una lógica de sentido común dominante, que es peligrosa cuando no solo la escuchamos de un músico famoso desde la contratapa de una diario masivo, sino también de ministros y político del oficialismo y la oposición. Peligroso por que revela soberbia y falta de autocrítica, además de ser una estupidez insultar al propio electorado que hay que seducir. Y no hablamos solo de Aníbal Fernández, sino también del cada vez más desdibujado Pino Solanas y su desprecio al electorado salteño y su explicación de su fracaso a que “le polarizaron las elecciones”.
No estamos diciendo de ser demagogos y condescendientes, hablamos de tener autocrítica y complejizar nuestros análisis políticos. ¿Alguien puede creer realmente, como variable explicativa del triunfo del PRO, que la CABA esta plagada de fascistas? ¿No se tratará de otra cosa más compleja?
¿No es hora de que empecemos a mirar nuestras propias debilidades y limitaciones como campo popular para construir una alternativa de izquierda con otras formas de construcción política que nos permita superar nuestras limitaciones y poder llegar a vastos sectores de nuestra sociedad y poder así salir a disputar sentido común desde una propuesta contrahegemónica para la ciudad y la nación?
Es nuestro deber y nuestra tarea mostrarle a la sociedad que existen otras alternativas para una vida mejor, que son posibles como lo demuestra hoy en nuestramérica ese ejemplo de dignidad y solidaridad que es el ALBA y como lo demostramos día a día todos los que trabajamos y militamos en los barrios, en los bachilleres populares, en las fábricas recuperadas, en los medios alternativos, en los centros culturales, comedores populares, centro de estudiantes, etc, los mismos que luchamos durante cuatro años contra las políticas antipopulares de Macri pero que todavía no podemos articular todas nuestras luchas y militancias en una opción política para todos, incluso los que le revuelven las tripas a Fito Paéz y están ciegos a lo que votan.
Pues entonces es hora de echar luz, por que hay otras salidas y hay otras formas mejores de organizar nuestra vida por fuera de lo que hoy impera, nuestro desafío es hacerlas masivas como opción política. Para ellos es necesario que primero ajustemos nuestros análisis y caracterizaciones, que empecemos a tener en cuenta, por ejemplo, el rol de los grandes medios de comunicación como ejércitos de ocupación que incaden la subjetividad de "las dos mitades" del electorado porteño, y que también invisibilizan, tergiversan y desinforman a un electorado, a una sociedad ya de por sí bastante desideologizada producto de un sistema político que, desde hace años, banaliza la política como estrategia para rehuir a la batalla de ideas, por que las ideologías no murieron, solo se esconden bajo otras formas y algunas siguen siendo peligrosas.
Agrupación Estudiantil M-31 (UBA)
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